Serranillos, un pueblo sin hombres

Aportado por Benjamin Sanchez "Arremangao"

Vamos subiendo de Navarrevisca a Serranillos por un sendero estrecho, pedregoso y difícil, de frente siempre a la sierra de Gredos, que escalamos metro a metro a cada paso de las caballerías. A la derecha el barranco profundo de su garganta; detrás, muy abajo, una cinta de bruma como un humillo tenue de invisibles chimeneas, señala el curso del Alberche, aprisionado entre cerros.


Camina delante el mulo de la impedimenta con el aparato de cine, el gramófono, los discos, los libros de la biblioteca, hincando seguro sus cascos en las piedras. Atrás, rezagada, viene Margarita Andino que harta de gritar azorada a cada tropiezo de su asnillo, se ha echado al suelo y sube a pie, con paso menudo y rápido, como una perdiz hostigada. Ríe y charla Margarita sin reposo, mientras Cernuda, el poeta, agarrado con ambas manos a la albarda de su jumento, mira a la cumbre que se nos acerca y el barranco que se va haciendo más hondo. Debe ir meditando el poema de la profundidad.

Un arriero, que viene en dirección contraria a la nuestra, acabó con la alegría de Margarita Andiano. El arriero complicaba las dificultades de aquel caminar, ya harto difícil, por el estrecho y pedregoso sendero. Y se quedó parada, midiendo con medrosidad la hondura del barranco. Fue el cruce un momento de emoción para todos; mas la mula del arriero se desvío hacia arriba del camino con la indiferencia y la seguridad de quien hace estas cosas a cada paso.

El arriero nos saluda con efusión simpática y nosotros volvimos a oír las risas y la charla de Margarita Andiano. Subíamos, subíamos, subíamos. La cumbre estaba ya allí, casi al alcance de la mano; a su lado, el boquerón de un puerto hacia más brava la cumbre. Y llegamos a Serranillos, más arriba de los mil metros, bastantes metros más arriba.

¡Que amable pueblo es Serranillos! Los chicos no se separan ya de nosotros; preguntan, ríen, cantan. Preguntan con un tonillo que no es de aquí, de Castilla y que nos recuerda acaso Extremadura. Cantan unas canciones que no se oyen abajo, en el Valle del Alberche, ni al otro lado, en el Valle del Tormes. Como todas las canciones de estas sierras, las de Serranillos tienen reminiscencias galaicas; Son canciones de montaña, para dejarse oír en la montaña. A la noche la escuela se ha llenado de mujeres, muchas mujeres; campechanas mujeres que a los pocos minutos charlan con nosotros sin descanso.

Pero ¿y los hombres? ¿Dónde están que no vienen a la misión, los hombres de Serranillos?

A estas horas, como siempre, los hombres de Serranillos están en todos los caminos de España.

Nos lo ha dicho el tío Pedro Jaras - " tío Talanda como le llaman en media España"-, un hombre típico de Serranillos, campechano locuaz, eternamente alegre, eternamente optimista.


Hoy está aquí en el pueblo, no sabe por que, pero mañana estará en Sevilla comprando aceitunas; o en Valencia comprando naranjas. Y a los cuatro o cinco días le sabréis ya con sus aceitunas o con sus naranjas en Burgos, o en Santander, o en Vitoria, o en Pamplona, o bien en las ferias del Burgo, o en las de Valladolid, o en las de Talavera, con su tienda ambulante -tienda bajo tienda de campaña, "rastro" y bazar, mitad y mitad…

Caso absurdo el de Serranillos; absurdo e inconcebible. Conocido ya a lo que parece, por la República y no enderezado aún por ella ¡Serranillos no tiene termino municipal!.

- Las gallinas, si se alejan un poco de la última casa, ya escarban en tierra nuestra, pero extranjera -nos dice con mucho gracejo una mujer que aspira la jota al hablar-.

No les quieren dar tierra, dicen, "la Villa" del barranco, que está al otro lado de Serranillos, según se baja al Tormes. La dehesa de allí, los montes de allí repasan la sierra y entran casi hasta la plaza de Serranillos. Esas dehesas son comunes a los dos pueblos. Por ella paga gabelas Serranillos. Las administran ambos pueblos, pero no quiere la Villa deshacer el proindiviso y dar a Serranillos en exclusiva propiedad estas tierras que le lindan. Por el otro lado el término de Navarrevisca se acerca al pueblo. ¡Caso absurdo e inconcebible el de Serranillos!.

Y el pueblo, sin culpa por su parte, arroja a los hombres de su regazo, les empuja al nomadismo para que puedan vivir. Una mula ¡y a ganarse la visa! No puede darle otros medios; y esta será la herencia para los hijos. La mula es tesoro precioso para las familias de Serranillos.

Con su mula cargada de aceitunas del Barranco o de pimiento de Candeleda, acaso con una simple carga de ramos de laurel, saldrán un buen día los hombres de Serranillos, recorrerán todos los caminos; Dormirán en infinitas posadas, habrán voceado en cien pueblos y muchas ciudades; y a los dos meses, o a los tres, o a los cuatro, tornaran al pueblo, ahorradas unas pesetas, para volver a los caminos al día siguiente. Y a pesar de todo, estos hombres siempre están alegres, siempre optimistas, siempre locuaces.

Serranillos esparce hombres por los caminos de España. Solo tres veces al año los caminos vienen a convergen en Serranillos. Será en la Pascua de Navidad, o en los Carnavales, o en la función del pueblo, que es en Septiembre. Entonces todos los hombres de Serranillos están en Serranillos. Son días de alegría intensa, ruidosa; quieren en unas horas gastar sin tregua el cariño a su pueblo. Y cantan hasta enloquecer; y bailan hasta agotarse…

Al día siguiente les espera la vida errante por los pueblos españoles, detrás de su mula, con su carga de aceitunas, o de pimiento, o de ramos de laurel y lejos de los suyos y del pueblo que, sin culpa por su parte, les empuja al nomadismo para subsistir.



(misión pedagógica del año 1932, del diario inédito de un misionero)

(Quiliano Blanco "libro de lecturas para las escuelas de la provincia")
Aqui os dejo las imagenes por si quereis comprobarlo. Gracias Benja por tu aportación, es muy complicado descubrir las cositas en internet.





2 comentarios:

  1. Q casuallidad,recuerdo que mi abuelo Pedro siempre contaba que iba de niño a recoger aceitunas con la mula,era el oficio de la zona

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